Existen diferentes causas para la difusión eréctil, por lo que los tratamientos varían de un tipo a otro. En este post nos enfocaremos en la difusión causada por una fuga venosa en el pene.
Cuando el problema radica en mantener una erección, es decir, se logra la erección pero se pierde de manera repentina sin haber alcanzado el orgasmo, estamos frente a lo que los médicos denominan, fuga venosa, esta sintomatología puede sonar de gravedad, pero realmente existen tratamientos para restablecer la erección y disfrutar de una vida sexual satisfactoria y plena.
¿Qué es y en qué consiste la fuga venosa?
Estamos frente a una fuga venosa cuando el hombre es capaz de conseguir una erección pero no puede mantenerla por mucho tiempo, o peor aún, la pierde de manera súbita sin llegar a producir el orgasmo. Esta condición responde a una falla de riego sanguíneo en el pene imposibilitando una relación sexual plena.
La pérdida de la erección repentinamente puede ser causada por una alteración vascular venosa o una disminución súbita del flujo sanguíneo en el pene.
Los médicos también denominan ésta condición como “detumescencia precoz”, y se explica como la salida de los cuerpos cavernosos antes que el hombre pueda alcanzar el orgasmo, haciendo que el pene vuelva a su estado flácido o de reposo.
Este “fallo del mecanismo corpo-venoso-oclusivo” o “fuga venosa” tiene como resultado una disfunción eréctil debido a la pérdida de sangre en la zona pensaba, provocando la disfunción parcial o total.
¿Qué tan común es la fuga venosa?
Como es el resultado de una alteración vascular venosa forma parte del 10% de las patologías vasculares y es asociada habitualmente a una alteración arterial.
¿Cuáles son las causas que la provocan o los factores de riesgo?
Se trata de una patología vascular bastante común, pero la incidencia de la fuga venosa en los casos de disfunción eréctil no es muy elevada. Sin embargo esta condición es más fácil observarla en casos de disfunción eréctil en jóvenes, generalmente menores de 35 años.
Una de las causas más comunes de una fuga venosa es la fractura de la envoltura fibrosa de los cuerpos cavernosos o túnica albugínea del pene, la que puede resultar de un movimiento brusco durante la penetración, cuando el pene golpea las paredes pélvicas de la pareja, estando lleno de sangre, doblándose repentinamente y produciendo una rotura del tejido.
Un factor de riesgo está presente en aquello hombres que sufren de hipogonadismo, estos tienen mayor probabilidad de sufrir una fuga venosa. Esta deficiencia gonadal resulta cuando existe poca o ninguna producción hormonal de las glándulas sexuales.
Así tenemos que los conducentes a esta patología van desde una alteración de la túnica albugínea (enfermedad de la Peyronie o curvatura adquirida, diabetes, edad) hasta las alteraciones de musculatura lisa de los cuerpos cavernosos y cambios neurogénicos.
Lo recomendable es asistir a una consulta con un andrólogo, este es el profesional que puede determinar que tipo de fuga venosa padece, cuál fue la causa que la originó y qué tratamiento es el más adecuado para el paciente.
¿Cómo saber si sufro una fuga venosa?
Primeramente se debe buscar un diagnóstico, de allí la importancia de una historia clínica, en la que de acuerdo a las interrogantes se pueden detectar los síntomas y determinar la gravedad del caso. También mediante una rígido-metría, puede conocerse el grado de rigidez del pene en gramos.
Otro estudio recomendado es la realización de una ecografía peneana Doppler a color para revisar el flujo sanguíneo del pene. También puedes realizar esta prueba sencilla que consiste en lograr una erección acostado y cuando consideres que has alcanzado el punto máximo de la erección, levantarse y dar unos 4 o 5 pasos por la habitación.
Si pierdes la erección en pocos segundos, acude a un médico que pueda valorar tu sistema circulatorio.
Debido al dolor que produce no son muy recomendada, pero también puede practicarse una cavernosometría y una cavernosografía para detectar una fuga venosa.
¿Cuáles son los tratamientos para la fuga venosa?
Para el tratamiento de la fuga venosa se contemplan los quirúrgicos.
Tratamientos quirúrgicos
Tenemos dos opciones que son:
- Cirugía reconstructiva o embolización, recomendada cuando la lesión vascular sufrida es leve y localizada.
- Cirugía de implante de prótesis de pene, se recomienda cuando el tejido vascular del pene tiene un deterioro continuado.
Sin embargo un requisito indispensable es un diagnóstico previo completo realizado por un especialista en andrología para que determine la opción más adecuada según sea el cuadro clínico y las pruebas preoperatorias.
Tratamiento no quirúrgico
Ya los tratamientos basados en fármacos orales no existen, tampoco aquellos de uso tópico que puedan corregir los problemas de una disfunción eréctil causada por fuga venosa, por lo que la única opción médica de tratamiento para corregir la fuga venosa y restablecer la erección es el tratamiento basado en cirugía.
Remedios caseros
Aunque la fuga venosa es una condición que compromete, no solo el flujo sanguíneo sino un trauma en el tejido de los cuerpos cavernosos o en la túnica albugínea, los remedio caseros no tienen mucho que hacer, pues amerita una reconstrucción del área comprometida. No obstante, existen algunos remedios caseros que pueden ayudar a corregir la disfunción eréctil.
- Ginseng coreano o Ginkgo Biloba. Estas hierbas chinas ayudan a tratar los trastornos del flujo sanguíneo.
- Ajo. Debido a sus propiedades antioxidantes mejora el flujo de sangre dentro de los cuerpos cavernosos.
- Aceite de oliva. Excelente producto para el tratamiento de la salud del corazón, colesterol y trastornos cardiovasculares.
- Rodiola (Rhodiola rosea). Tradicionalmente ha sido utilizada para mejorar la productividad y la resistencia física; también han sido utilizada en hombre con problemas de eyaculación precoz y disfunción eréctil.
- Ejercicios pélvicos (Kegel). Ejercitar el suelo pélvico ayuda sustancialmente en la recuperación de la erección y su mantenimiento, gracias a que estos ejercicios logrando que la sangre no se retire hasta que termine la erección. Este ejercicio consiste en apretar el piso pélvico y mantenerlo apretado por 8 segundos, se relaja por 10 segundos y se repite 10 veces, dos veces por día.
Fuentes: